Los años ‘30 del siglo pasado no fueron alegres. La Gran Depresión (1929) marcó una crisis económica mundial que fue la antesala del conflicto de los países beligerantes, conflicto que conocemos como La Segunda Guerra Mundial.
El Martes Negro, donde Wall Street se estremeció en quiebra, la aparición de dictaduras como la de Adolfo Hitler, los altos índices de desempleo y el silencio e impotencia de millones de personas a nivel mundial, son algunos de los monumentales hechos que impactaron los poderes mundiales de los años ‘40.
Pero no todo fue nefasto. En esta década el ser humano comenzó a comprender la importancia de una de las herramientas más poderosas que el hombre carga desde su nacimiento: la lengua. Por primera vez se presentó un libro práctico sobre cómo manejar apropiadamente este músculo que, aunque se vea pequeño, ostenta ser el más fuerte y flexible del cuerpo, y en comunión con un buen aliado, el cerebro, pueden producir efectos maravillosos en su entorno.
El título del libro llamado “Cómo ganar amigos e influir en las personas” tuvo que ser reimpreso 17 veces en el primer año, vendiendo 250 000 copias. En la actualidad ha vendido 30 millones de copias, siendo uno de los libros más importantes e influyentes en la cultura estadounidense.
Ha sido tan influyente que hoy se imparten clases presenciales y virtuales por Internet por su escuela “Dale Carnegie Training” quien ha tomado el legado de Dale. Incluso se pueden encontrar cursos al español en Monterrey, Nuevo León. Sus seminarios y cursos pueden tener una duración de dos días con un costo alrededor de MX$10,000.
Ocho décadas atrás, Carnegie entregó un manual muy práctico que funciona (de ahí su éxito). Y dentro de todos los puntos que se pueden estudiar y aplicar, tal parece que los más relevantes y perdurables fueron consejos basados en el amor hacia el prójimo: no criticar ni condenar o quejarse. Y esto último es lo que casi siempre hacemos, todo el tiempo.
Criticar, condenar y quejarse son expresiones que denotan la falta de preocupación por el otro. Si dichas expresiones son apegadas o no a la verdad, no es el punto. Lo que se puede vislumbrar a simple vista es que estos elementos producen un ambiente nocivo para el desarrollo de un compañerismo sano.
Y siguiendo con la historia y con nosotros, dice que fue nada más y nada menos que Dale Carnegie quien, basado en su libro, diseñó un original sistema de crecimiento y evaluación para un grupo de hombres especiales con un enfoque todavía más amoroso y cristiano. Fue el Sr. Herbert W. Armstrong que le hizo esta solicitud conformándose un Club de Oratoria para varones. ¿Le suena conocido?
El mismo Club que se ha mantenido por décadas en las Iglesias de Dios, ideado por una mente brillante y con una directriz amorosa, es una oportunidad muy valiosa que no debemos desaprovechar.
Esta parte de la historia, que se encuentra solo por las voces que vivieron en el pasado, es un ejemplo de que algunas veces no nos damos cuenta de que Dios nos entrega infinidades de cosas de mucho valor para nuestro crecimiento y desarrollo como cristianos.
Solo nos hace falta dar el paso y aprovechar estas oportunidades.